Mǎ lì nà ya no prepara su sopa de pescado con agua de mar desde que la planta nuclear de Fukushima empezó a regalar yodo y cesio a lo largo y ancho del océano.
Mǎ lì nà se está deshaciendo de todo el agua acumulada, ahora dice que preparará la sopa con vino. Lo mismo que ha pensado ella, lo han pensado todos los chinos: ahora van a cambiar el agua, por vino.
Los especuladores han tardado unos segundos en comprar todas las cepas del mundo. Curiosamente, los fondos con los que se han comprado todas las cepas del mundo pertenecen a los mismos bancos que los de las centrales nucleares, porque la sopa de pescado siempre tiene un fondo de mar.
Mǎ lì nà se deshace del último cuenco de agua que le queda
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